23 de noviembre de 2010

Cosas que te pasan si estas vivo (parafraseando a Liniers)

Hoy me desperté una hora antes de que sonara la alarma del celu. Y me levanté porque ya era de día y el sol invadía la habitación. Temprano. Muy temprano.

A la mitad de la mañana, unos golpes en la puerta me indicaron que algo pasaba: mi vecina de al lado se había quedado fuera de su departamento, con su hijito Martín de tres años. La llave estaba adentro. Imposible entrar sin romper la cerradura.

Entonces apareció él. Uno de esos hombres imprescindibles.

Mi portero Hugo.

El Señor Hugo tiene un ojo bizco, es alto, ágil y tiene sus años. Es más, no recuerdo el consorcio sin él.

Muy amablemente, entraron a mi depto y con la agilidad de Felipe (aunque sin su velocidad) trepó por mi balcón, dudó un poco con una pierna colgando al vacío y luego se deslizó con una gracia más que digna en el balcón vecino.
Cabe decir que vivo en un segundo piso y que los altos enrejados de seguridad hacen dificultosa la tarea de pasar la medianera, que es de vidrio esmerilado.

En un santiamén, mi vecina con Martín en sus brazos y yo con Feli en los míos (que maullaba como loco porque quería aprovechar la boleada para escapar), vimos como el Señor Hugo abría la puerta con una gran sonrisa instalada en la cara.

Me dieron unas ganas terribles de aplaudirlo, pero no me animé… además se me iba a espantar el gato!

Así que ya saben, en mi consorcio hay un hombre que parece común, pero que es capaz de solucionarte un problema con valentía, estilo y una sonrisota.

Grande Hugo!!!

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